viernes, 23 de septiembre de 2011

AL OTRO LADO (relato terror)


En noviembre de 2008 escribí este relato de terror basado en una de las formas en las que me imagino yo... la vida existencia tras la muerte.  ¿Cómo os imagináis vosotros el más allá?

Aquí os dejo el relato para quien lo quiera leer y el audiorelato versionado por Tin Vital en diciembre de 2010.

Se titula: "EL OTRO LADO"


¡Pon, pon, pon!

Tres golpes en la pared captan mi atención. Estoy sola en mi habitación... ¿qué será ese ruido? Lo ignoro... sigo dibujando flores del campo en una hoja amarillenta con pequeños trozos de carboncillo. Suelo hacer esto cada tarde desde que tengo memoria... dibujar sentada en el suelo frío cosas que sé que no podré ver jamás, porque mi madre nunca me deja salir de mi habitación.

Lo vuelvo a oir. ¡Pon, pon, pon! Tres golpes secos en la pared. Con dificultad me pongo en pie y me acerco a la pared balanceándome de un lado a otro... nunca supe guardar bien el equilibrio. Pegué la oreja al tabique. No oí nada. Me distancié de la pared forrada con papel floral y estuve debatiéndome si volver a sentarme a dibujar o intentar comunicarme con el otro lado.

Casi no podía sostenerme en pie por lo que me apoyé con las palmas de las manos sobre la pared. Aunque titubeé un poco ya estaba decidida: Iba a golpear el tabique. Cogí aliento y golpeé tres veces: ¡pon, pon, pon! Y... nada. El silencio invadía la estancia. Me sentí desilusionada pues por un instante creí poder hacer un amigo o al menos comunicarme con alguien. Aun así volví a pegar el oído al tabique con la esperanza de oír algún murmullo, alguna lejana conversación que me hiciera sentir menos solitaria. Inesperadamente un golpe vuelve a sonar en la pared. Del sobresalto caigo al suelo de espaldas.

Fue tal la impresión que me quedé engarrotada ahí en el suelo, sin tan siquiera pestañear mientras oía otro testarazo y luego otro más. Me dolía la espalda del impacto contra el suelo... y el oído me pitaba, como si la vibración del estruendo hubiese dañado mi pequeño tímpano. Sentí mareos y nauseas, pero era algo a lo que ya estaba acostumbrada.

Me arrastré de nuevo hacia la pared, difícilmente podía arrastrar el peso de mi cuerpo aquellos débiles brazos, pero aun así lo intentaban, y me dispuse de nuevo a llamar al otro lado. Esta vez no golpeé, sino que dije en voz muy baja, para que mi mamá no me oyera:

-¿Hay alguien ahí?

Esperé unos segundos. Nadie contestó, supongo que no atravesaba el muro mi débil quejido. Lo intenté un poco más alto, aunque temía la reprimenda de mi madre:

- Si me oyes, contesta por favor.

Nuevamente el silencio invadía la habitación. Esperé un buen rato mirando fijamente aquella pared esperando alguna respuesta a mi suplica. Al no oír nada más... un sentimiento de tristeza me invadió, aunque siempre estuve sola nunca me sentí tan abandonada. Comenzaba a aburrirme así que al ver a pocos metros mis dibujos, decidí estirar mi brazo para lograr alcanzarlo. Me tuve que recostar sobre la moqueta beige y estirar al máximo mis dedos para atrapar débilmente entre ellos el simple papel. Una vez en mi poder decidí terminar de sombrear los claroscuros del boceto, pero... ¡el dibujo había cambiado!

Sobre mis flores del campo habían aparecido garabatos, letras mal trazadas y temblorosas, un mensaje siniestro que hizo que mi corazón casi se parara súbitamente: SÍ, ESTOY AQUÍ.
Al leer esas pocas palabras un escalofrío recorrió toda mi espalda hasta la nuca, casi se escapan mis ojos de las cuencas intentando ver al ser que había escrito esa frase. Miré a un lado y al otro... pero el lugar estaba vacío.

- ¡Hola! - dije. Esperé... y solo oía mi propia respiración. Comencé a moverme a gatas por la habitación, miré bajo la cama, bajo el armario, tras la cortina... y estaba sola, como siempre. Volví junto a mis dibujos, tal vez solo imaginé aquellas palabras porque quizás es la forma en la que mi cabeza intenta sobrevivir a la soledad. Tomé el dibujo con mis temblorosas manos y seguía escrito igual que antes... no, igual no... había cambiado. Tiré la hoja al suelo. Nadie estaba en la habitación, ni vi moverse los carboncillos... ¿quién escribe en ese papel?

Acerqué la vista para leerlo, ya no quería tocar más ese folio maligno, pero tenía curiosidad por el contenido de su texto. Alcé la vista sobre él: ¡HOLA! Me había devuelto el saludo.

Mi pulso se aceleró... había alguien aquí conmigo. No sabía si sentía miedo o alegría, pues al fin no estaba sola. No me dio tiempo a apartar los ojos del papel cuando nuevas letras aparecieron sobre él. Una a una... muy lentamente como si alguien transparente escribiera desde el mismo lugar donde yo me encontraba. Al fin pude leer: ¿COMO TE LLAMAS? MI NOMBRE ES PATRICIA.

Estaba confirmado alguien estaba ahí... aun estaba temblorosa pero pude articular débiles palabras:

- Me llamo Vicky.

Siguió escribiendo: HOLA VICKY ¿PUEDES OÍRME? ¿CUANTOS AÑOS TIENES?

- No te escucho... - estaba claro que Patricia si podía oirme a mí. - Tengo 8 años.

Volvió a escribir: IGUAL QUE YO. ¿QUÉ HACES AQUí?

- Vivo aquí. - contestar rápidamente sin pensar que si era un fantasma se podría enfadar.

Seguí leyendo: YO TAMBIÉN ES MI HABITACIÓN.

¿Cómo podría ser su habitación si era la mía? Estaba claro, esa chica no comprendía lo que ocurría, ni su estado actual... no podía ser una persona real porque no tenía cuerpo.

- ¿Porque has venido aquí? - Quería saber la razón de esta nueva presencia en "mi dormitorio".

Respondió rápidamente: PORQUE ESTOY MUY ENFERMA Y MIS PAPÁS DICEN QUE EL CLIMA DEL SUR ME AYUDARÁ A SANAR.

Yo, yo también estoy enferma... tengo leucemia.

En ese momento leí: ENTONCES EL CLIMA NO ME SANARÁ... COMO NO LO HIZO CONTIGO.

- ¡No! ¡Yo no estoy muerta! Eres tú el fantasma no yo... este es mi cuarto... ¡Vete de aquí! ¡Fuera! 
¡Vete ya y déjame sola! Has venido a hacerme daño, ¡vete, vete ya!

Una cosa escribió de nuevo en el papel: ESTÁ BIEN NO ESCRIBIRÉ MÁS, PERO YO TAN SOLO LLEGUÉ AYER, ¿CUANTO TIEMPO LLEVAS TÚ AQUÍ SIN SALIR?


Esa niña fantasma estaba loca, yo sigo aquí igual que siempre con mis dibujos y mi enfermedad... nada ha cambiado todo es igual. 

Esperó a que contestara, pero la angustia solo me permitía llorar... en la habitación solo se oía mi llanto. Una última cosa me escribió: NO LLORES MÁS, YO TAMPOCO ME VOY A PODER MARCHAR... Y VERÁS QUE NO TE MIENTO, DENTRO DE POCO ME OIRÁS Y ME VERÁS, CUANDO YO TAMBIÉN HAYA MUERTO.
Amarie (15 Noviembre 2008)

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